LA IA NO SUSTITUIRÁ A LOS ABOGADOS
Abg. Esp. Raimond M. Gutiérrez M.
"Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre
las aves del cielo, sobre las bestias, sobre toda la tierra, y sobre todo
reptil que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó."
Génesis 1:26-27
Por una oportuna sugerencia del más diestro de los abogados
nirgueños, Balmore Rodríguez Noguera, escribimos estas notas a propósito de un
artículo que él nos envió, de la autoría del jurista-docente argentino Ezequiel
Braun Pellegrini, denominado «Abogados 2.0: con qué habilidades deberán
contar los profesionales del futuro», publicado en agosto de 2024, en la
sección de opinión del portal de noticias Infobae:
En dicho trabajo, el susodicho articulista
refiere que: «…En otras palabras, los abogados podrán entregar el valor
agregado al trabajo ya que los procesos más generales caerán en manos de
soluciones de IA». Dicho de otro modo, dice que los abogados podrán agregarle
valor a la atención profesional personalizada a sus clientes, por cuanto las técnicas
más frecuentes de su quehacer quedarán por cuenta de la Inteligencia Artificial
(IA).
Esa afirmación roza con la reiterada perorata
según la cual: la IA sustituirá a los abogados; supuesto con el que no
estamos de acuerdo, muy al margen de que asentimos en todo lo demás que expresa
dicho autor; más allá de que su análisis general -lastimosamente- no tiene aplicación
práctica en Venezuela, por las razones hartas conocidas.
El punto medular de estas notas está condensado
en su título, para cuyo desarrollo es pertinente comenzar por remembrar que, la
primera[1] Revolución
Industrial (término con el que se describió el desarrollo económico de Gran
Bretaña entre 1765 y 1840) fue un proceso de
cambio económico, social y tecnológico que transformó la producción de bienes,
pasando de un sistema artesanal a uno mecanizado y se caracterizó por la
invención de la máquina de vapor, que mejoró la eficiencia de la producción.
Durante esa inflexión histórica
se dijo -por primera vez- que, la máquina sustituiría al hombre: la mano
de obra humana sería reemplazada por la maquinaria para la fabricación
industrial. No obstante, han pasado 160 años y ya sabemos quiénes siguen
operando las máquinas (aquellas, las de hoy y las que han de inventarse): los
seres humanos; por una razón muy simple: toda máquina es creada por el hombre, como
especie humana.
Hoy, con una cháchara distinta,
también se dice que la IA suplantará al homo sapiens (en castellano:
hombre sabio). Primeramente, es conveniente tener muy claro que la IA es
un sistema informático capaz de -léase bien- simular (sinónimo de:
fingir, aparentar, falsear, engañar, imitar, copiar) la inteligencia humana, lo
cual logra mediante algoritmos y modelos matemáticos que permiten a las
computadoras recopilar los datos comunes sobre un tema específico contenido en la
Red Informática Mundial (Word Wide Web -o simplemente Web-) para identificar
patrones, tomar decisiones y resolver problemas en torno a ese tema.
Siendo simulación y artificialidad, ha de asumirse
a la IA en su sola condición de ser relativamente útil en las tareas jurídicas
rutinarias, por cuanto el abogado humano sigue siendo único y necesario para la
toma de decisiones lógicas, oportunas, prácticas y económicas, y para la
creatividad, la empatía y la adaptación a situaciones inesperadas.
Con todo, la IA no sustituirá la necesidad de abogados
ni a tales profesionales en sí mismos, porque:
- Es difícil que pueda
reemplazar la habilidad -única, personal e insustituible- de la oratoria de los
abogados.
- Los demandantes y demandados en
litigios siguen siendo humanos y en algunas áreas -por ejemplo: las disputas sobre
herencias- los casos son mucho más que la ley y los costos.
- La estrategia del caso puede
verse afectada e impulsada por factores emocionales y relaciones familiares, siendo
que los abogados no sólo contribuyen al mejor proceder legal, sino que también
ayudan a sus clientes a tomar decisiones basadas en riesgos-beneficios en
circunstancias complejas.
- Una gran parte del ejercicio
del derecho implica cualidades humanas de buen juicio y criterio, empatía, creatividad
y mejor desempeño, para lo cual se necesitan personas insustituibles en la profesión de
abogado.
- La abogacía implica habilidades
interpersonales: pensamiento crítico y estratégico, simplificación y comunicación de la
complejidad, la influencia, la persuasión y la construcción de relaciones.
- El conocimiento, el procedimiento
judicial y la comprensión intrincada de la ley van más allá de lo que la IA
puede replicar.
- Las personas nunca considerarán
un sustituto de alguien con quien puedan hablar personalmente, consultar e
incluso culpar por perder el caso.
- Los abogados experimentados son
más creativos y sofisticados en los argumentos legales y fácticos, mientras
que sólo se puede programar la IA para ciertas cosas dependiendo de la
información que se le suministre.
- La formación y la comunicación
de un buen argumento judicial defensivo, es una búsqueda creativa que sólo
puede ser realizada por abogados humanos.
- La confianza en la IA no existe
cuando se trata de maximizar la compensación potencial que alguien puede
obtener por un accidente, algo para lo que los abogados humanos están
capacitados.
- La IA no está preparada para
reemplazar la función de asesoramiento estratégico que los clientes necesitan y
valoran. Y,
- Los abogados pueden -y deben-
aprovechar la experiencia profesional para contribuir a dar forma al marco
legal general y a los procesos de formación de las leyes.
En fin, nada -ni ayer ni hoy ni
mañana- reemplazará al hombre: varón y hembra; esa genialidad desarrollada a través de la creación de
Dios, dícese que hace aproximadamente 6 mil años.
[1] Se reconoce que han sido 4: la Primera
Revolución Industrial: del carbón, en 1765; la Segunda
Revolución Industrial: del gas, en 1870; la Tercera
Revolución Industrial: de la electrónica y nuclear en 1969; y, la Cuarta
Revolución Industrial: del Internet y las energías renovables, en el 2000.
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