lunes, 5 de mayo de 2025

LA IA NO SUSTITUIRÁ A LOS ABOGADOS

LA IA NO SUSTITUIRÁ A LOS ABOGADOS

Abg. Esp. Raimond M. Gutiérrez M.

 

"Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre las bestias, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó." 

Génesis 1:26-27

 

Por una oportuna sugerencia del más diestro de los abogados nirgueños, Balmore Rodríguez Noguera, escribimos estas notas a propósito de un artículo que él nos envió, de la autoría del jurista-docente argentino Ezequiel Braun Pellegrini, denominado «Abogados 2.0: con qué habilidades deberán contar los profesionales del futuro», publicado en agosto de 2024, en la sección de opinión del portal de noticias Infobae:

https://www.infobae.com/opinion/2024/08/30/abogados-20-con-que-habilidades-deberan-contar-los-profesionales-del-futuro/

En dicho trabajo, el susodicho articulista refiere que: «…En otras palabras, los abogados podrán entregar el valor agregado al trabajo ya que los procesos más generales caerán en manos de soluciones de IA». Dicho de otro modo, dice que los abogados podrán agregarle valor a la atención profesional personalizada a sus clientes, por cuanto las técnicas más frecuentes de su quehacer quedarán por cuenta de la Inteligencia Artificial (IA).

Esa afirmación roza con la reiterada perorata según la cual: la IA sustituirá a los abogados; supuesto con el que no estamos de acuerdo, muy al margen de que asentimos en todo lo demás que expresa dicho autor; más allá de que su análisis general -lastimosamente- no tiene aplicación práctica en Venezuela, por las razones hartas conocidas. 

El punto medular de estas notas está condensado en su título, para cuyo desarrollo es pertinente comenzar por remembrar que, la primera[1] Revolución Industrial (término con el que se describió el desarrollo económico de Gran Bretaña entre 1765 y 1840) fue un proceso de cambio económico, social y tecnológico que transformó la producción de bienes, pasando de un sistema artesanal a uno mecanizado y se caracterizó por la invención de la máquina de vapor, que mejoró la eficiencia de la producción.

Durante esa inflexión histórica se dijo -por primera vez- que, la máquina sustituiría al hombre: la mano de obra humana sería reemplazada por la maquinaria para la fabricación industrial. No obstante, han pasado 160 años y ya sabemos quiénes siguen operando las máquinas (aquellas, las de hoy y las que han de inventarse): los seres humanos; por una razón muy simple: toda máquina es creada por el hombre, como especie humana.

Hoy, con una cháchara distinta, también se dice que la IA suplantará al homo sapiens (en castellano: hombre sabio). Primeramente, es conveniente tener muy claro que la IA es un sistema informático capaz de -léase bien- simular (sinónimo de: fingir, aparentar, falsear, engañar, imitar, copiar) la inteligencia humana, lo cual logra mediante algoritmos y modelos matemáticos que permiten a las computadoras recopilar los datos comunes sobre un tema específico contenido en la Red Informática Mundial (Word Wide Web -o simplemente Web-) para identificar patrones, tomar decisiones y resolver problemas en torno a ese tema.

Siendo simulación y artificialidad, ha de asumirse a la IA en su sola condición de ser relativamente útil en las tareas jurídicas rutinarias, por cuanto el abogado humano sigue siendo único y necesario para la toma de decisiones lógicas, oportunas, prácticas y económicas, y para la creatividad, la empatía y la adaptación a situaciones inesperadas.

Con todo, la IA no sustituirá la necesidad de abogados ni a tales profesionales en sí mismos, porque:

- Es difícil que pueda reemplazar la habilidad -única, personal e insustituible- de la oratoria de los abogados.

- Los demandantes y demandados en litigios siguen siendo humanos y en algunas áreas -por ejemplo: las disputas sobre herencias- los casos son mucho más que la ley y los costos.

- La estrategia del caso puede verse afectada e impulsada por factores emocionales y relaciones familiares, siendo que los abogados no sólo contribuyen al mejor proceder legal, sino que también ayudan a sus clientes a tomar decisiones basadas en riesgos-beneficios en circunstancias complejas.

- Una gran parte del ejercicio del derecho implica cualidades humanas de buen juicio y criterio, empatía, creatividad y mejor desempeño, para lo cual se necesitan personas insustituibles en la profesión de abogado.

- La abogacía implica habilidades interpersonales: pensamiento crítico y estratégico,  simplificación y comunicación de la complejidad, la influencia, la persuasión y la construcción de relaciones.

- El conocimiento, el procedimiento judicial y la comprensión intrincada de la ley van más allá de lo que la IA puede replicar.

- Las personas nunca considerarán un sustituto de alguien con quien puedan hablar personalmente, consultar e incluso culpar por perder el caso.

- Los abogados experimentados son más creativos y sofisticados en los argumentos legales y fácticos, mientras que sólo se puede programar la IA para ciertas cosas dependiendo de la información que se le suministre.

- La formación y la comunicación de un buen argumento judicial defensivo, es una búsqueda creativa que sólo puede ser realizada por abogados humanos.

- La confianza en la IA no existe cuando se trata de maximizar la compensación potencial que alguien puede obtener por un accidente, algo para lo que los abogados humanos están capacitados.

- La IA no está preparada para reemplazar la función de asesoramiento estratégico que los clientes necesitan y valoran. Y,

- Los abogados pueden -y deben- aprovechar la experiencia profesional para contribuir a dar forma al marco legal general y a los procesos de formación de las leyes. 

En fin, nada -ni ayer ni hoy ni mañana- reemplazará al hombre: varón y hembra; esa genialidad desarrollada a través de la creación de Dios, dícese que hace aproximadamente 6 mil años.

 



[1] Se reconoce que han sido 4: la Primera Revolución Industrial: del carbón, en 1765; la Segunda Revolución Industrial: del gas, en 1870; la Tercera Revolución Industrial: de la electrónica y nuclear en 1969; y, la Cuarta Revolución Industrial: del Internet y las energías renovables, en el 2000.

  

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